jueves, 6 de octubre de 2011

Hoy estuve pensando un par de cosas que me interesan sin conocer el lugar y que me gustaría prestarle atención para el trabajo:


  • Primero, la mirada tengan las personas que viven en Carlos Keen de nosotros, que somos extraños, que llegamos a un lugar que no es nuestro y que ellos saben que no somos de ahí porque en un lugar tan chico (porque tiene poquitas cuadras y después es mucho campo segun el Google map) y todos se deben conocer entre sí.
  • También me interesan las relaciones que se deben establecer entre los vecinos de ahí mismo y si es que tienen algún lugar del barrio que sea importantes para ellos, si es que se encuentran en algún lugar o hacen alguna actividad o no sé, algo así (por ejemplo, en mi barrio que es mucho más grande pero igual es chiquito, la estación de tren es el lugar donde el fin de semana se junta mucha gente ya sean familias o adolescentes a pasar el rato).
  • Otro tema que me gustaría averiguar en las entrevistas o en las charlas con las personas es si hay músicos en el pueblo, creo que la música que se haga ahí, sea la que sea, no me refiero a que tengan una música que les pertenezca sino que debe haber músicos como en cualquier lado y quizás eso nos puede dar una punta para el trabajo, o nos puede marcar algún ritmo o algo así. 

miércoles, 5 de octubre de 2011

Latinoamérica (un viaje)


Calle 13 - Sin Mapa es un documental de calle 13 que muestra un viaje que hizo la banda por Latinoamérica, pueblos poco conocidos y otros muy conocidos en distintas circunstancias  y todas las reflexiones que eso merece tanto como banda, como personas, como latinoamericanos y como portadores de un mensaje.

Capaz no sea de lo mejor para algunos pero lo vi hace un rato y me pareció acorde al tema de viaje que vamos a empezar a tratar y quizás a alguno le sirva o simplemente le guste verlo (no se dejen guiar por el preconcepto que puedan tener de la banda como reggeton o no se cómo se escribe, porque el trabajo es super interesante). El video va de yapa.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Caro - Bea - Sabino


IMAGEN: Algunas posibles ediciones del material, pruebas y más pruebas




SONIDO: El sonido no lo trabajamos todavía pero seguimos con las mismas ideas que antes:

·      Crujir del marco de las ventanas.
·      Perturbadores crujidos.
·      Un sonido bajo como distante, pero áspero, prolongado e insólito, como si fuera un grito o un raspar.
·      Reloj, resonar sordo, monótono y pesado.
·      La puerta de hierro macizo producía un chillido especialmente agudo. 

miércoles, 14 de septiembre de 2011

Poe

Caro - Bea - Sabino



Desde que empezamos con éste trabajo práctico que venimos leyendo y hablando de la manera en que lo podemos encarar o lo que podemos hacer y lo que principalmente nos llama la atención es la forma de describir los lugares y los personajes, la idea de trabajar un personaje en particular  es algo que un poco dejamos de lado por miedo a encasillarnos y porque muchos de los personajes que teníamos visto o pensábamos agarrar hablan mucho más de la vida de él que de algún personaje lejano o distinto o más "ficticio", de todas formas no lo descartamos tampoco.
Creemos que lo más interesante son los climas que se generan con la lectura, no tenemos la intención de trabajar algo de "terror" porque no lo vemos así ni tampoco tomar algún cuento en particular, sino intentar trasponer ese clima que tanto nos llama la atención, la oscuridad o la poca luz, las descripciones detalladas de las cosas, no irnos por lo narrativo, al contrario, sino contar EL CLIMA.
Ese clima lo vemos en un lugar, en un lugar que no sea muy claro, que no se lea el lugar en su totalidad, que no se entienda donde empieza y donde termina, que no sea un lugar reconocible... en fin... queremos encararlo desde este lado.





Acá dejo la selección de imágenes que habíamos llevado la otra clase...









Y también dejó algunos fragmentos que son los que a mí personalmente más me llamaron la atención y me hicieron encarar por este lugar del espacio, creo que lo que más me impresiona es esa forma de describir el lugar en la plena oscuridad que se plantea en el primer fragmento que es de El Pozo y el Péndulo, de todas formas hay muchos otras partes que son interesantes pero se ésto se volvería eterno.


"(...) Hasta ese momento no había abierto los ojos. Sentí que yacía de espaldas y que no estaba atado. Alargué la mano, que cayó pesadamente sobre algo húmedo y duro. La dejé allí algún tiempo, mientras trataba de imaginarme dónde me hallaba y qué era de mí. Ansiaba abrir los ojos, pero no me atrevía, porque me espantaba esa primera mirada a los objetos que me rodeaban. No es que temiera contemplar cosas horribles, pero me horrorizaba la posibilidad de que no hubiese nada que ver. Por fin, lleno de atroz angustia mi corazón, abrí de golpe los ojos, y mis peores suposiciones se confirmaron. Me rodeaba la tiniebla de una noche eterna. Luché por respirar; lo intenso de aquella oscuridad parecía oprimirme y sofocarme. La atmósfera era de una intolerable pesadez. (...)

(...) Una horrible idea hizo que la sangre se agolpara a torrentes en mi corazón, y por un breve instante recaí en la insensibilidad. Cuando me repuse, temblando convulsivamente, me levanté y tendí desatinadamente los brazos en todas direcciones. No sentí nada, pero no me atrevía a dar un solo paso, por temor de que me lo impidieran las paredes de una tumba. Brotaba el sudor por todos mis poros y tenía la frente empapada de gotas heladas. Pero la agonía de la incertidumbre terminó por volverse intolerable, y cautelosamente me volví adelante, con los brazos tendidos, desorbitados los ojos en el deseo de captar el más débil rayo de luz. Anduve así unos cuantos pasos, pero todo seguía siendo tiniebla y vacío. Respiré con mayor libertad; por lo menos parecía evidente que mi destino no era el más espantoso de todos. (...)

(...) Mis manos extendidas tocaron, por fin, un obstáculo sólido. Era un muro, probablemente de piedra, sumamente liso, viscoso y frío. Me puse a seguirlo, avanzando con toda la desconfianza que antiguos relatos me habían inspirado. Pero esto no me daba oportunidad de asegurarme de las dimensiones del calabozo, ya que daría toda la vuelta y retornaría al lugar de partida sin advertirlo, hasta tal punto era uniforme y lisa la pared. (...) Arranqué un pedazo del ruedo del sayo y lo puse bien extendido y en ángulo recto con respecto al muro. Luego de tentar toda la vuelta de mi celda, no dejaría de encontrar el jirón al completar el circuito. Tal es lo que, por lo menos, pensé, pues no había contado con el tamaño del calabozo y con mi debilidad. El suelo era húmedo y resbaladizo. Avancé, titubeando, un trecho, pero luego trastrabillé y caí. Mi excesiva fatiga me indujo a permanecer postrado y el sueño no tardó en dominarme.
Al despertar y extender un brazo hallé junto a mí un pan y un cántaro de agua. Estaba demasiado exhausto para reflexionar acerca de esto, pero comí y bebí ávidamente. Poco después reanudé mi vuelta al calabozo y con mucho trabajo llegué, por fin, al pedazo de estameña. Hasta el momento de caer al suelo había contado cincuenta y dos pasos, y al reanudar mi vuelta otros cuarenta y ocho, hasta llegar al trozo de género. Había, pues, un total de cien pasos. Contando una yarda por cada dos pasos, calculé que el calabozo tenía un circuito de cincuenta yardas. No obstante, había encontrado numerosos ángulos de pared, de modo que no podía hacerme una idea clara de la forma de la cripta, a la que llamo así pues no podía impedirme pensar que lo era.
Poca finalidad y menos esperanza tenían estas investigaciones, pero una vaga curiosidad me impelía a continuarlas. Apartándome de la pared, resolví cruzar el calabozo por uno de sus diámetros. Avancé al principio con suma precaución, pues aunque el piso parecía de un material sólido, era peligrosamente resbaladizo a causa del limo. Cobré ánimo, sin embargo, y terminé caminando con firmeza, esforzándome por seguir una línea todo lo recta posible. Había avanzado diez o doce pasos en esta forma cuando el ruedo desgarrado del sayo se me enredó en las piernas. Trastabillando, caí violentamente de bruces.
En la confusión que siguió a la caída no reparé en un sorprendente detalle que, pocos segundos más tarde, y cuando aún yacía boca abajo, reclamó mi atención. Helo aquí: tenía el mentón apoyado en el piso del calabozo, pero mis labios y la parte superior de mi cara, que aparentemente debían encontrarse a un nivel inferior al de la mandíbula, no se apoyaba en nada. Al mismo tiempo me pareció que bañaba mi frente un vapor viscoso, y el olor característico de los hongos podridos penetró en mis fosas nasales. Tendí un brazo y me estremecí al descubrir que me había desplomado exactamente al borde de un pozo circular, cuya profundidad me era imposible descubrir por el momento. Tanteando en la mampostería que bordeaba el pozo logré desprender un menudo fragmento y lo tiré al abismo. Durante largos segundos escuché cómo repercutía al golpear en su descenso las paredes del pozo; hubo por fin un chapoteo en el agua, al cual sucedieron sonoros ecos. En ese mismo instante oí un sonido semejante al de abrirse y cerrarse rápidamente una puerta en lo alto, mientras un débil rayo de luz cruzaba instantáneamente la tiniebla y volvía a desvanecerse con la misma precipitación. (...)"


Y un poco de La caida de la Casa Usher.



"(...) Miré el escenario que tenía delante -la casa y el sencillo paisaje del dominio, las paredes desnudas, las ventanas como ojos vacíos, los ralos y siniestros juncos, y los escasos troncos de árboles agostados- con una fuerte depresión de ánimo únicamente comparable, como sensación terrena, al despertar del fumador de opio, la amarga caída en la existencia cotidiana, el horrible descorrerse del velo. Era una frialdad, un abatimiento, un malestar del corazón, una irremediable tristeza mental que ningún acicate de la imaginación podía desviar hacia forma alguna de lo sublime

Mi imaginación estaba excitada al punto de convencerme de que se cernía sobre toda la casa y el dominio una atmósfera propia de ambos y de su inmediata vecindad, una atmósfera sin afinidad con el aire del cielo, exhalada por los árboles marchitos, por los muros grises, por el estanque silencioso, un vapor pestilente y místico, opaco, pesado, apenas perceptible, de color plomizo.

Sacudiendo de mi espíritu eso que tenía que ser un sueño, examiné más de cerca el verdadero aspecto del edificio. Su rasgo dominante parecía ser una excesiva antigüedad. Grande era la decoloración producida por el tiempo. Menudos hongos se extendían por toda la superficie, suspendidos desde el alero en una fina y enmarañada tela de araña. Pero esto nada tenía que ver con ninguna forma de destrucción. No había caído parte alguna de la mampostería, y parecía haber una extraña incongruencia entre la perfecta adaptación de las partes y la disgregación de cada piedra. Esto me recordaba mucho la aparente integridad de ciertos maderajes que se han podrido largo tiempo en alguna cripta descuidada, sin que intervenga el soplo del aire exterior. Aparte de este indicio de ruina general la fábrica daba pocas señales de inestabilidad. Quizá el ojo de un observador minucioso hubiera podido descubrir una fisura apenas perceptible que, extendiéndose desde el tejado del edificio, en el frente, se abría camino pared abajo, en zig-zag, hasta perderse en las sombrías aguas del estanque.

La habitación donde me hallaba era muy amplia y alta. Tenía ventanas largas, estrechas y puntiagudas, y a distancia tan grande del piso de roble negro, que resultaban absolutamente inaccesibles desde dentro. Débiles fulgores de luz carmesí se abrían paso a través de los cristales enrejados y servían para diferenciar suficientemente los principales objetos; los ojos, sin embargo, luchaban en vano para alcanzar los más remotos ángulos del aposento, a los huecos del techo abovedado y esculpido. Oscuros tapices colgaban de las paredes. El moblaje general era profuso, incómodo, antiguo y destartalado. Había muchos libros e instrumentos musicales en desorden, que no lograban dar ninguna vitalidad a la escena. Sentí que respiraba una atmósfera de dolor. Un aire de dura, profunda e irremediable melancolía lo envolvía y penetraba todo. (...)"